Tuesday, November 17, 2015

Pedigree y Educación Superior

La educación superior es un bien estratégico para el desarrollo social, económico y cultural de los países, contribuyendo también al progreso individual. En el deber ser, las universidades se han consolidado como un detonador de movilidad social e impulsor de culturas democráticas, coadyuvando a “nivelar el terrero” entre los jóvenes universitarios.

El ethos del esfuerzo individual es uno de los pilares fundamentales en el imaginario colectivo de muchos países, incluido México, donde crece la noción de que subir peldaños en la escalera social es posible para cualquiera que esté dispuesto a trabajar arduamente, sin importar su status social.

En este contexto, el interesante libro Pedigree: How elite students get elite jobs de Lauren Rivera, socióloga de Northwestern, nos dice que este “sueño americano” tiene elementos mitológicos. En una nuez: las posiciones en las mejores organizaciones y empresas están reservadas para los egresados de las universidades más prestigiadas, pero que además tienen antecedentes familiares de alcurnia.     
   
Rivera encuentra que organizaciones como Goldman Sachs, McKinsey, JP Morgan o Cravath, entre otras, prefieren profesionales de un número reducido de instituciones educativas “Ivy League”; pero no solo eso sino que “las compañías definen el talento de tal manera que se excluye a los estudiantes con el mejor desempeño pero que tienen antecedentes socio culturales poco privilegiados”.

Así, en contra de las más nobles creencias sobre la Universidad como el gran ecualizador y el mercado laboral como un campo parejo, Pedigree expone los sesgos de clase incrustados en las nociones sobre quiénes son “los mejores y más brillantes”, pero que ademas juegan Polo en el lugar y con las personas correctas. 

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