Monday, July 18, 2016

Las masas y la FIFA

Al calor de las dos más recientes justas futboleras, la Copa América y la Euro, llama la atención la irracionalidad de la FIFA y de la Federación Mexicana de Futbol (FMF), al pretender resolver un tema que desde hace siglos ni los más brillantes sociólogos, economistas y politólogos han logrado: regular el comportamiento de las masas enardecidas.

Con motivo del folklórico grito al portero rival, el ya famoso ¡ehhh… p…”, la asociación ha impuesto multas derivadas de expresiones consideradas como ofensivas a las selecciones de Argentina, Chile, México, Perú y Uruguay; 70,000 francos suizos para Chile y 20,000 para cada uno de los otros países. Aun más divertido, la FMF saco al aire sendos comerciales moralistas donde porteros tratan de concientizar y hasta amenazar a los aficionados con un cándido “ya párale”. Sí, los grandes cerebros pamboleros de la FMF pretenden resolver lo que las ciencias sociales no han podido.

En uno de sus trabajos, Christian Borch presenta dos enfoques con los cuales sociólogos estudian a las multitudes: como cuerpos con demandas políticas concretas y agendas racionales, o bien como enjambres incontrolables e irracionales sin demanda alguna; el caso que tanto preocupa a los líderes del futbol recae en el segundo supuesto. Entonces, resulta iluso y contraproducente querer regular una multitud difusa, sumida en el calor del momento y que no desarrolla actos violentos.


Una humilde recomendación para la FIFA y la FMF: No pierdan el tiempo jugando a ser estadistas, mejor enfóquense en limpiar al fútbol de la corrupción interna. Garanticen juegos limpios e imparciales, lo demás es ocioso y hasta cae en el ridículo.

Tuesday, July 5, 2016

Brexit y el Fin del Mundo

El Reino Unido acudió a las urnas y el 51.9% de quienes votaron en el referéndum decidieron que el país debe abandonar la Unión Europea. Desde el primer proceso de integración europea en la década de los 50 del siglo XX, ningún país miembro había abandonado este pacto de integración.

Mucho ha ocurrido en el mundo desde ese 23 de junio: la libra esterlina cayó más de 10% la noche de la votación -sus peores niveles desde 1985-; Escocia votó en contra de salir y ahora advierten que organizarán un nuevo referéndum para separarse del Reino Unido; David Cameron anuncia que dimite como Primer Ministro y los conservadores deben elegir un nuevo liderazgo; los impulsores del Brexit, Nigel Farage y Boris Johnson, se han desentendido de sus campañas al demostrarse que las ventajas de la salida eran una exageración -como buenos populistas, nunca se imaginaron que ganarían y ahora deben enfrentar su éxito.

Brexit no es el fin del mundo ni el de la UE. Cuando el Reino Unido termine por separarse formalmente, si es que no sucede algo inesperado que revierta la situación, las relaciones políticas y comerciales con el resto de Europa continuarán. Histórica y geográficamente son socios por naturaleza.

En todo caso, como lo afirma Kenneth Rogoff, la gran lección política es que una decisión tan trascendente no puede dejarse a la votación de una mayoría simple (y desinformada), la vara debió haber sido mucho más alta. En pocas palabras, los británicos votaron por salir de la UE por una razón: porque pudieron. Ya hay signos de cruda moral al respecto.