Monday, September 7, 2015

Las armas y la política de la estupidez

Como sucede al menos una vez al año, cuando un crimen de alto impacto a manos de algún desequilibrado mental cimbra a la sociedad norteamericana, el debate sobre el control de armas de fuego está de nuevo en la agenda de aquel país. El problema desde el punto de vista técnico pareciera simple y de sentido común: generar regulaciones para que no sea tan fácil que armas de fuego lleguen a las manos de las personas equivocadas. Sin embargo, la ideología y las posiciones partidistas han polarizado este debate, obstaculizando políticas racionales y sensatas.

La Segunda Enmienda Constitucional de los Estados Unidos, aprobada en 1791, plasmó el derecho a poseer armas para que la sociedad civil pudiera defenderse directamente de cualquier amenaza. En ese país el derecho a las armas de fuego es parte de la cultura y la identidad, pero la interpretación constitucional ha ido demasiado lejos; para adquirir un arma automática solo basta ir a un supermercado, mostrar una identificación y pagarla. Un franco sinsentido.    



En 2012, la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen (UNODC) estimó que 270 millones de armas estaban en manos de civiles estadounidenses; 88 armas por cada 100 habitantes. Contrario a lo que afirma la Asociación Nacional del Rifle (NRA), este armamentismo civil no ha hecho a los norteamericanos más seguros. El Centro para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC) reportó que, en 2013, hubo 33,636 homicidios por arma de fuego en EUA (en México fueron 23,063). Acá hay guerra contra las drogas, allá debería ser contra las armas. 

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