Monday, May 9, 2016

El discurso en la política

Los discursos políticos son herramientas muy poderosas para comunicar una idea o fijar una postura. Tanto en las campañas electorales como en el gobierno, representan el principal instrumento para que, en términos de Patricia Dunmire y otros estudiosos del discurso, los políticos logren obtener o afianzar la legitimidad y autoridad necesarias para lograr sus objetivos. Un discurso tiene el solo objetivo de transmitir un mensaje claro y contundente; si no hay mensaje no hay discurso.

Como ejemplo de grandes políticos en cuyos discursos siempre hubo sustancia y elocuencia, podemos pensar en los clásicos Franklin D. Roosevelt, Charles de Gaulle,  Winston Churchill y otros contemporáneos como Bill Clinton, Felipe González, Tony Blair y por supuesto, Barack Obama. Tampoco olvidemos los fuertes discursos de Luis Donaldo Colosio, donde al grito de “reformar el poder” se comprometía a renovar el régimen.

Sin parecer nostálgico, en la actual clase política mexicana francamente se extrañan los discursos que, efectivamente, comuniquen un mensaje claro, contundente y profundo. La pose y la forma poco a poco han sustituido a la sustancia y a los conceptos. Frases huecas como “de que se puede se puede” (¿en serio este es el mensaje?), “vamos al despeñadero”, “renovaremos el tejido social”, “vamos a respetar las instituciones”, “llegaremos hasta las últimas consecuencias”, y un largo etcétera pululan en los discursos de nuestros hombres y mujeres de Estado.

El lenguaje de la política se ha devaluado y con él los contenidos que muestren posturas y rumbos claros sobre los problemas públicos. Si usted amigo lector es político, resista la tentación de hablar mucho sin decir absolutamente nada. 

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