Tuesday, March 3, 2015

AHELO y el mito de los rankings universitarios



Los rankings universitarios internacionales no miden el desempeño académico sino la riqueza financiera las universidades y de sus respectivos países. Así, Estados Unidos concentra 31% de la capacidad económica mundial y acapara 52% del Top 100 de las mejores universidades del mundo según el Academic Ranking of World Universities (ARWU). También hay una relación muy estrecha entre la capacidad económica del Reino Unido, Alemania, Francia, Australia y Canadá y el número de universidades que se han colocado entre las mejores del mundo. Se da pues un circulo virtuoso -o mejor dicho efecto Mateo- entre el desarrollo económico y el prestigio académico.

No obstante, poco a poco cae el mito de que ser una universidad rankeada en el TOP 100 significa que los estudiantes desarrollan habilidades y aprendizajes de alto nivel. Por ejemplo, de acuerdo con un análisis realizado por Richard Arum y Josipa Rosksa en universidades norteamericanas, en una muestra de alrededor de 2,300 estudiantes de pregrado en 24 instituciones, después de dos años de estudios 45% no demostró una mejora significativa en una serie de habilidades tales como el pensamiento crítico, el razonamiento complejo y la escritura. Algo está pasando, o dejando de pasar, en las aulas universitarias; algo que escapa al escrutinio de los rankings tradicionales, obsesionados con el número de premios Nobel y los presupuestos para investigación.

En ese contexto, la OCDE impulsa desde hace algunos años un proyecto muy trascendente llamado AHELO (Assessment of Higher Education Learning Outcomes), que busca medir los resultados de la enseñanza y el aprendizaje universitarios. La premisa es comprobar mediante pruebas estandarizadas qué es lo que saben y son capaces de hacer los graduados universitarios en una escala internacional, independientemente del prestigio de la universidad. Desafortunadamente, el avance del proyecto es lento y su futuro incierto. La razón parece obvia y a la vez desconcertante: hay temor de diversas universidades -y sus respectivos países- que con AHELO pierdan su posición y su misticismo como las mejores universidades del mundo. Esta prueba alteraría la economía política de la educación superior, de ahí que probablemente no prospere.

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