El miércoles 16 de diciembre Janet Yellen,
dirigente de la Reserva Federal Estadounidense (FED), anunció el aumento en las
tasas de interés en 0.25 puntos. Recordemos que en Estados Unidos las tasas
declinaron de un máximo de 5.26% en 2007 a un mínimo de 0.12% en mayo de 2015
–prácticamente dinero gratis para estimular el consumo.
Con el anuncio parece que la FED ha perdido
el miedo al “fantasma de 1937”. No obstante, esta medida solo representa la
caída de la primera ficha del dominó y se esperan múltiples reacciones en los
mercados y gobiernos a nivel global.
Por un lado, el alza en las tasas de interés manda
la señal de que la economía estadounidense es sólida, y contribuirá a enfriar
mercados sobrecalentados como el inmobiliario, automotriz y de créditos al
consumo. Sin embargo, para los mercados emergentes -como México- el aumento podría
no ser tan benigno. El alza afecta la percepción de riesgo en los
inversionistas; si éstos pueden tener más ganancias en el norte dejarán los mercados
emergentes en busca de pastos más verdes. Estos mercados, si no responden con
alzas similares tendrán dificultades para atraer inversión y refinanciar sus
deudas actuales. México ya hizo lo propio aumentando su tasa en 0.25 puntos.
En suma, y como comenta Claudi Perez en El
País, “la política monetaria consiste en saber servir copas: lo más
difícil es retirar el ponche en el momento adecuado para que la fiesta no se le
vaya de las manos al banco central.” El ponche se ha retirado y se acabó la
fiesta. Veamos quiénes ganan y quiénes pierden.
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