A nivel
global, generalmente hay una inadecuada interpretación del concepto “gratuidad”,
pensando que lo gratuito significa que nadie paga por un servicio público. No
hay tal, todo servicio cuesta, la cuestión es quién y como se paga. Ello viene a cuento por el proyecto de
reforma en la educación superior chilena, quizás la más ambiciosa en ese nivel
educativo del presente siglo. La premisa es simple: hacer la educación superior
gratuita para todos, en un modelo que tradicionalmente ha compartido costos
entre el sector público y el privado (alrededor de 30 y 70 por ciento,
respectivamente).
No
podemos estar en desacuerdo con la política de que los jóvenes puedan tener
acceso a la educación superior de calidad sin necesidad de pagar y, en muchas
ocasiones, endeudarse para ello. El problema es más pragmático, ¿cómo va a
sostener el Estado Chileno un sistema educativo superior que representa el 2.5
por ciento del PIB del país? (México invierte alrededor del 1 por ciento del
PIB en educación superior, incluyendo la inversión privada). Asimismo, hay que
preguntarse si Chile podrá mantener los estándares de cubertura y calidad que
tiene sin el apoyo sustantivo del sector privado.
De
acuerdo con la OCDE, en 2013 Chile tenía 74.1 por ciento de cobertura en
educación superior (acceso universal) y casi el doble de la cobertura promedio
de Latinoamérica y el Caribe, del 42.8 por ciento (México tiene 29.4 por
ciento). En cuanto a calidad, según el ranking QS 2014, Chile ha mantenido a 15 universidades entre las mejores de
América Latina y tiene a la universidad mejor posicionada, la Pontifica
Universidad Católica de Chile.
Volvamos
al meollo, ¿quién va a pagar por dicha gratuidad? Hay una reforma fiscal en
marcha que aumentaría la recaudación en 3 puntos del PIB, unos $8,200 millones
de dólares. Sin duda extraordinarias intenciones, pero el gobierno chileno debe
garantizar una reforma educativa coherente y sostenible en el largo plazo, con
claridad sobre el costo para el erario público. De otra manera Chile se
convertirá de a poco en otro Estado populista.
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