Si efectivamente
gobernar es comunicar estamos en graves problemas de gobernabilidad en nuestro
país. Generalmente, cuando un mandatario da un mensaje a la nación es para: 1)
brindar información contundente, 2) generar certidumbre y/0 3) generar respeto
–y temor- en sus adversarios. Si no se prepara un mensaje cuidadosamente y se
garantiza que cumpla con alguno de estos objetivos, salir a dar la cara es
contraproducente.
El
mensaje del miércoles pasado con motivo de los nuevos nombramientos en el
gabinete y donde se abordó el tema del gasolinazo es una cátedra de cómo no se debe comunicar. La improvisación, el
nerviosismo y la falta de datos contundentes en el mensaje del Presidente
generaron aún más incertidumbre y molestia en la sociedad. De tal tamaño fue el
hierro que el Presidente tuvo que salir apenas 32 horas después a corregir este
descuido y ofrecer razones, argumentos y cifras para justificar el aumento. El
del jueves fue un buen mensaje, pero el
daño ya estaba hecho.
Dicen
que en política las malas noticias hay que darlas de inmediato. El gasolinazo
es una de las decisiones más riesgosas del sexenio y debió haberse abordado de
manera rápida y clara ante la sociedad. ¿Por qué ha costado tanto al gobierno
federal explicar las razones de esta decisión impopular pero necesaria? Aquí
vale el adagio de que cuando mentir es más complicado, hay que decir la verdad:
el gobierno no tiene más recursos para subsidiar la gasolina, si continuara el
subsidio el gasto social estaría en riesgo; doloroso pero necesario. Punto.
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