Después de las fotos, el protocolo y la celebración
por el decreto de Obama que restablece parcialmente la relación entre Estados
Unidos y Cuba, vale la pena revisar los alcances y limitaciones del mismo.
Primeramente, es importante mencionar que el decreto presidencial no levanta el embargo que permanece en
Cuba desde hace décadas, pues éste es una ley que solo puede ser abrogada por
el Congreso, cosa que difícilmente sucederá dada la oposición republicana.
No obstante, el Presidente Obama -lejos de ser un
“pato cojo”- por decreto flexibilizó varios aspectos tanto políticos como
económicos de dicho embargo. Dos aspectos sobresalen por su capacidad de
generar efectos multiplicadores y cambios sistémicos en la economía cubana.
El primero es la relativa apertura al turismo
estadounidense. Actualmente el turismo es uno de los tres principales contribuyentes
a la economía cubana, se estima que alrededor de 170 mil estadounidenses estuvieron
en la isla en 2014; con las medidas anunciadas esta cifra podría llegar al
millón de visitantes en un par de años. El segundo aspecto son las remesas. Según
el Departamento de Estado de EUA las remesas a Cuba ascienden a 2 mil millones
de dólares al año; con la reforma el flujo de éstas alcanzaría los 10 mil
millones de dólares anuales.
Sin duda estos aspectos, entre otras medidas
anunciadas, tienen el potencial de catapultar a Cuba al siglo 21 en el mediano
plazo. Empero, ¿qué gana Estados Unidos con esto? Para empezar, el impacto
político puede catapultar a Hilary Clinton a la presidencia en 2016, de ahí la
rabieta republicana. Más sobre este punto en la siguiente entrega.